Desarrollo e implicaciones




Open Data es una iniciativa internacional para la apertura de la información pública en formato electrónico, de manera que ésta pueda ser procesada por los interesados (infomediarios) en ofrecerla a un tercero, ya sea en otro formato transformado, mediante una interfaz enriquecida o mediante la incorporación de nuevo valor a esta información.

En la actualidad, pese a que existe una clara voluntad tanto en la UE como en otros países (EEUU, Brasil,…) por promover este movimiento, nos encontramos que existe un gran problema de coordinación, ya que no sólo es necesario regular su uso para que se respeten los derechos de los ciudadanos, sino que, además, no existe un protocolo de intercambio o publicación de la información, con lo que cada agregador lo hace en el formato que le parece más adecuado o, sencillamente, en el que puede.

Otro problema de índole técnica es el volumen de información a compartir, ya que existen verdaderos océanos de datos que no se pueden poner a libre disposición de los internautas para descarga como enlace, ya que las infraestructuras disponibles no tienen la capacidad de gestionar conexiones largas que ocupen un gran ancho de banda (en ocasiones, como en el Instituto Cartográfico Nacional, hablamos de decenas de gigas)

El minuto de pánico

Frente a la primera idea o temor que nos asalta al hablar de Open Data (mis datos personales en manos de las grandes multinacionales, y cedidos por el gobierno !!!) debemos tener claro que la legislación es estrictamente celosa en este aspecto, y que sólo permite la publicación de datos disociados, es decir, información a partir de la cual es absolutamente imposible adivinar el titular, ni siquiera incorporando fuentes de información adicionales, y que su uso está más bien destinado al análisis de tendencias, a la toma de decisiones y a la información al ciudadano.

Por ejemplo, podríamos hacer una aplicación de vigilancia epidemiológica que, mediante estadística, nos dijera en qué puntos se ha producido un aumento anormal de la demanda sanitaria en un breve espacio de tiempo y cuáles son los síntomas, pero nunca, y decimos nunca, proporcionar la información de manera que se pudiera llegar a averiguar la identidad de cualquiera de los usuarios del sistema de salud.

En estos casos, la forma correcta de proceder es que los datos salgan disociados del origen y con una licencia de uso, de manera que el infomediario no pueda utilizarlo para cualquier propósito que no sea el declarado en la licencia.

Por otro lado, y siendo realistas, a poca gente le interesa si estuvimos el domingo en el starbuck’s de la esquina (y encima hay quien lo twitea!), lo que interesa a las grandes multinacionales es si hubo 1000 personas más de lo esperado para ese día en ese establecimiento, tus notas del instituto tampoco nos importan pero sí queremos saber qué instituto es el que tiene mejor nota media.

Internet Of Things y Big Data


Otro elemento relevante, es que al enorme volumen de información pública que se genera y que será accesible, deberemos unir los datos que la ingente cantidad de dispositivos de registro que existe desplegada por el mundo es capaz de generar. Desde nuestro teléfono móvil a las estaciones mediambientales o dispositivos scada industriales: Internet of things, el Internet de las cosas, supone millones de dispositivos volcando millones de datos por segundo, cada uno en su lenguaje nativo.


Toda esta información, no deja de ser inútil para el humano, ya que no sería capaz de procesarla ni comprenderla. Para ello, llegamos al tercer peldaño evolutivo de la nueva era de la Información: Big Data, la manera de encontrar información relevante en el mayor universo de datos heterogéneo de la historia de la humanidad.

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